28 ago 2019

engironados


regresar al itinerario de tu carne
con el pellejo subido de espuma
y madera gruesa
para introducir curiosidad,
espectáculo,
fuego interior,
chimenea de tripa abierta
y serte perro de cañón
acostumbrado a no marearte las perdices para acurrucarte las anchuras
subido de hierba y chatarra triste

qué pálidos se nos muestran los poetas hoy escribiendo atropellos de tierna herrumbre,
qué ajos se bambolean bajo este sol
de revista y colección
fugitivo de verano y hambres.

hazme tuyo y hazme crudo
un argamasa de fulano et boîte de nit,
zanja de rango inferior,
objeto de mal gusto.

un adobo de esquina y mercado negro
licuado de amor
deslizado de pabellón poema y guerras


.

más de un silencio después pescadores de vientre y miradas tejen barracas de piedrasal, madera y caña



existe un silencio
nuestro
en el discurso de una tabla de idas y vinos.
un silencio que
como trenza de incendios
se balancea goteando alimañas de vicios.

te miro mientras te fumo en ese silencio
del que piensa
que estás más buena que el pan con chocolate
y en un bramido conjunto de todo en concreto,
silenciamos la poesía de mandolina y cuento
que nuestro silencio
de alfarería y pellejo,
es taller de celebración del momento
ajustado a la dilatación del roce al hacernos.

sin pretender dar nombre a las cosas
nombramos silencio
cuando el balcón primero que inhaló nuestra hambre
nos hizo por siempre linaje
de sábana y sangre.

el declive de la pista


porque los tiempos de volar por instinto se han perdido. desconocen el misterio del sentido del aire, la poesía del magnífico inventario de nubes y vientos que ofrece el cielo, las habilidades para virar o aterrizar en el momento adecuado, la sumergida sinrazón de la lluvia negra, la cristalización de todos los horizontes perdidos en ese punto exacto de "no retorno". solo son un estúpido inventario de habilidades mecánicas manejados por torres de control, luces, motores, relojes y alarmas que fumigan cualquier intento de vuelo libre. vulgares azafatas de tristes líneas aéreas sin apenas contacto visual. pilotos esclavos de un tiempo eléctrico que creen volar cuando lo único que hacen es caer por el hueco de la escalera regresar a casa y cerrar la puerta.