Reconozco,
que la devoción por la carcoma
me desobstruye las sienes,
aun degradándome
el solapar mutado
de la rebelión
de las células
de mi epidermis,
para airearme los desquicios
de las tormenteras,
que nunca llevan a buen puerto
Todo esto,
Todo esto,
te lo digo,
aun siendo cansino
por indigesto,
porque es lo que acostumbra a salvar
al nudo de su cojo
El nudo
de esa deconstrucción cobriza,al nudo de su cojo
El nudo
que rescata tortugas de sus anzuelos,
y abandona a los locos
a la mala suerte de sus trapecios
Una deconstrucción enfermiza
que asfalta las calles y remodela las plazas,
condenando a los ancianos
a la reclusión de sus vergüenzas,
entre las cárceles de sus egos
y con sus dentaduras desacomodadas
Una deconstrucción siempre rolliza,
que jadea la podredumbre de las corrupciones,
a la sombra de sus símbolos compartidos
Unas manipulaciones educadas
y estéticamente trabajadas,
que protruyen siempre desde el quebrar
de unas identidades parcelarias y embargadas
Porque
siempre son las mismas cosas
las que nos llevan a exterminar
por un pedazo de tierra labrada,
a morir por un peñasco de roca en la frontera,
o por un ideal desquiciado,
o por unos colores pintados sobre una tela
Símbolos
embalsamados
entre el moho de nuestros comienzos
y la vanidad del querer estar
Símbolos obcecados en asesinar futuros,
historias de niños de clases humildes,
que descelebran sus cumpleaños
en los comedores asociales
de nuestras argamasas
Niños embetunados
de la ciega amoralidad
que recubre nuestras soleras,
que espolonea nuestros salmos valientes,
y que abastece nuestras cenas pudientes,
a la espera
de un solar sobre nuestros ombligos,
sin nuestra duramadre
guareciéndonos las meninges,
y con una Luna oscura por bandera.