28 nov 2013

bajo el paladar de tus gritos

poeta:
agazápate en tu sombra,
en tu hambre,
en la revolución bolchevique de tu sangre.
escupe en tu propio suelo,
méate encima,
en la miseria de tus pantalones,
en la miseria de todas las veces que te alejaste,
en la miseria de todas las veces que te resististe a alejarte,
en la miseria de haber nacido hombre,
necio,
mentiroso,
egocéntrico,
pazguato,
tren de carga y noche,
inmundicia de corral,
encía,
combustión
bicarbonato.
- espacio publicitario:
hoy hacer la revolución
es no llamar a tu madre
esnifar cocaína en bandejas de plata
-transportadas por enanos-
y prender todos los barcos que tiemblan bajo el paladar de tus gritos.
bebe poeta
bebe y sigue triste
como tu oficio
como tus orgasmos
como tu familia
como mi triste oficio
como mis tristes orgasmos
como mi triste
sadomasoquismo 
y luego cierra los puños,
cierra los ojos,
cierra el cuchillo,
cierra los pájaros,
sobretodo los pájaros,
los putos y cansinos pájaros,
y todos los árboles de este planeta,
y el mecánico que te cobró 130 euros por repararte el coche,
y la chica que no te ha mirado en el metro,
y la cirujana herida que siempre cierra en falso
en la noche de todos los disparos.
y el poema
sobretodo el poema
cierra el poema
y túmbate en tu lecho áspero
-con la agonía sardónica y prostituida-
enciende un cigarrillo,
haz con las manos sombras chinescas que reflejen tu media lengua,
y échate a temblar,
como exclamación sordomuda 
o héroe ametrallado a bocajarro.
poeta,
grito,
borracho.
grandísimo hijo de perra
imposible de dominar.

24 nov 2013

cuando la savia se vende por un puñado de mar

"el mundo entero sin ti es siempre lo mismo.
nada."
- Marie Paradis -
anoxia:
qué insoportable este mundo.
qué insoportable la ausencia de tu carne, el raquitismo de los sexos, los desayunos de alabastro y esta tierra diatomea esparcida por mi cuerpo.
rasgado como mula flaca deambulo soportando los rastrojos de la poda falsa, como un empleado mugriento que labra la escarcha. 
y crecen las sierpes 
y los sueños vendimian atrocidades. 
ahogos agonizantes que me hacen tan cercano como impreciso, 
tan frágil como humano, 
tan terrible como innecesario.

la vid:
sarmientos de soledades se agostan por mis sienes.
pensamientos foráneos
observan brotar tu risa como racimo hermoso de botas manchadas.
y qué nadie me arrebate la embriaguez de este despojo, 
qué nadie hurte el escándalo de todas mis ideas inconexas, 
el mosto de mis testículos,
la ejecución de este silencio
y la pulpa de la uva amarga
paladeando el sabor de la ausencia sangrada.

sabe mejor el vino bajo tu lengua 
que en la más frágil tulipa de un cristal de bohemia.

ahora.

a las seis de la madrugada, 
con las manos moradas de vendimiarte.
cuando en la lonja de mis injertos
la savia se vende por un puñado de mar
y los marineros no son más
que una vasta soledad abandonada.

10 nov 2013

la plenitud del vacío


el amor,
tan cerca de nosotros,
que por momentos habita la muerte
vistiéndola de estatua en retroceso.

mira esos poetas que escriben para hacerse los vivos,
son la erótica subterránea de unas plañideras en celo,
la equivoca orientación de un estremecimiento,
un florido bosque desierto.

yo sacudo mis legañas y te observo
te observo para que despiertes en mí  y no me sueñes,
para que el incendio de la piel nos perdure sin ornamentos ni salidas de emergencia,
para que el hombre y la mujer que yacen en guarida abierta,
hagan del jadeo intenso,
vaguada reseca y fortín de resistencia.

nada más terrible que no tenerte
nada más terrible que el golpe de un espacio vacío
soy el semejante de tu deseo,
y palidezco cuando la sangre se acumula en mi sexo.

vivimos en los suburbios donde la vergüenza no acude a vernos,
donde las manos son fulanas que manosean el delirio del estremecimiento,
donde el germen del placer brota en suelo yermo,
donde la carne es recreo y el dolor
olivo vencido.

la noche inhala un mezclado temblor de vida ancha
y derramo mis huesos sobre tus brazos,
sin temor a que el destino,
-ese bufón que habita tras la carcajada de los orgasmos-,
caiga sobre mi garganta
como botella repleta de espanto.

cierro los ojos y el pulmón izquierdo respira norte,
el otro,
nicotinoso,
enjuto
y precipitado en arrugas,
enloquece por el humo de un perfecto cigarrillo.

ves estos muros mudos
son criminales de guerra,
puertas cerradas y ventanas sin sueños,
abro las manos para acariciarte el aire
y mi corazón es un polizón lascivo tendido sobre tu playa.

cuánto duele la vida en tu ausencia
qué amargos los días sin el festín de tu carne,
contemplo la callada del mar
y lloro sobre tus huellas
como lluvia de invierno en Jaipur

oh hermosa Nubia,
anegas la saliva de mi boca haciéndome resistencia indefendible,
y he visto al desconocido que  habita en tu interior
y reconozco su desilusión indispensable,
su perfecto robado de mente,
el cuerpo que grita fuego y grita frío,
y la derrota del navío errante,
-intencionadamente hundido-
para que tú lo encuentres.

y este profundo suspiro
este nuevo orgasmo de boca amplia
como desgarro violento
como borbotón de sangre hirviendo que abrasa,
que me siega la carne,
que me sesga traquea.

morir degollado por la desmesura de sus ojos,
en la victoria del placer,
en el fin de las palabras.