Intemperancia verbal

16 nov 2021

La Observadora Sagrada y el niño que habita en mí

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muesca: Desde el mascarón de proa

2 comentarios:

Sara Royo18 de noviembre de 2021, 19:06
Nunca pierdas ese niño.
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Crista de Arco24 de noviembre de 2021, 8:34
Impresionante.
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tras las cortinas de Marzo

Mary Oliver

Hola,

no tienes que ser bueno,

no tienes que caminar de rodillas

por cien kilómetros a través del desierto,

arrepintiéndote,

solo tienes que dejar que el animal suave de tu cuerpo

ame lo que ama.

Háblame sobre la desesperación, la tuya,

y yo te diré la mía,

mientras tanto, el mundo sigue,

mientras tanto el sol y las piedrecitas

claros de lluvia

se están moviendo a través de los paisajes,

sobre las praderas y los árboles profundos

las montañas y los ríos.

Mientras tanto los gansos salvajes,

altos en el aire azul limpio,

se dirigen a casa otra vez.

Quien sea que seas

no importa lo solo que estés,

el mundo se ofrece a tu imaginación

te llama

como los gansos salvajes

duros y emocionantes,

una y otra vez,

anunciando tu lugar

en la familia de las cosas.

silla turca

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el quinqué de los imposibles

no está marcada en ningún mapa: los sitios de verdad no lo están nunca.

yo no sé todo lo que podrá pasar, pero, sea lo que quiera, iré a ello riendo.

lanzarse a los mares de todo el mundo, resueltamente, ambos cogidos de la mano.

como la chispa caliente en el corazón de un cristal ártico.

no quiero a ningún hombre en mi barco que no tenga miedo de la ballena

Mareva Mayo

Escribir en parte es desear conservar lo que la vida nos arranca para que la vida siga. Por eso es un ejercicio de fantasmas y locos. Todo lo que escribí murió cuando desapareció el acto de escribir. Y aunque quise tanto hacer eterno e indestructible ese instante de éxtasis... o los ojos de mi abuela mirándome por última vez o lo que me dejó aquél beso o aquella ola salpicada por los delfines.. se fue, todo se fue crepitante y cruel hacia la promesa de lo incierto y de lo que no sería mío ni podría quedarse. A veces, cuando me miran los Heraldos Negros, me siento desgraciadamente pobre, porque no anudaron en mis crepúsculos los poemas y amores ganados, porque ninguna cima hecha, pudo darme algo del cielo, porque lo que sacudió la barricada tuvo que abismarse en la tensión de la muerte y el enemigo, una y otra vez, porque todo lo que fue poesía, fue otra vez, sin nada en mis brazos. No se conservó la belleza, pero tampoco su naufragio tuvo algo cierto. Cada día soy más paria y me obliga la razón, a perderla al viento.

Insensatos

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David Mariné

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