6 oct 2015

danza fúnebre para cuarteto de cuerda

muchas veces me siento como un bailarín encerrado en una cajita de música,
con el cuerpo fragmentado y espinoso,
sitiado de tanta mar,
con los ojos fatigados de aliviar el hambre de los pelícanos.

son esas noches de pecio
a las que me aferro como estéril cuerda durante un latido,
donde me pongo a bailar en una forma de rescate,
unos breves pasos,
el tiempo justo para que la música derrame por mis ojos
el fin de todos los sueños estatuarios.

luego el regreso a la oscuridad,
el silencio infinito de la orquesta del naufragio,
las noches al abrigo de la sal,
y el S.O.S de la voz,
como aullido interior,
rompiendo sobre la orilla de mi cuerpo.

interpreto esta melancolía amando y echando a llorar,
con los cabellos inclinándose hacia el gris
y los huesos proyectándome alfileres,
pequeñas danzas de muerte girando a mi alrededor,
melodías de un tiempo que se me hizo corto,
y del que sólo espero
- como último baile -
la suficiente cuerda para el suicidio.

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