¿De qué sirve un poema vacío como este?
Susúrralo en la ausencia y verás cuanto duele.
Arrójaselo a un rostro y será un proyectil.
Escríbelo en el mar
y ya no habrá remedio.
Lo sabe bien el cazador:
la fiera es solo fiera cuando tiene miedo
...
Igual que tú, esta isla está rodeada
de agua por todas partes
y lo ignora
Desconoce, como tú, esta isla su distancia a otra tierra,
si es océano,
mar interior,
o lago quien la baña,
cuál es su altura, cuál su plataforma.
Esta isla y tú, ajenas a horizontes,
creéis que todo es isla, que las naves
no vienen de otro puerto,
que derivan desde la creación hasta encontraros.
Que zarpan después hacia otra nada
Las horas os circundan,de tan islas.
El agua saborea vuestro perímetro,
os ensancha, os achica la marea,
y una endemia de albatros os corona
Mas nada es isla, todo es archipiélago:
esta isla y tú,
cuando se seque el mar,
seréis montañas.
Aunque la noche no hizo testamento
somos sus herederos naturales.
Buenos días¡ Salud al frío y a la risa,
al sexo, al suero, al hambre, al hospital,
a la fiesta,a las guerras, al piano, a la distancia,
los libros, la mar, a ti, escalofrío,
salud a la memoria perdida de los árboles.
Aquí nos presentamos, otra vez casi todos,
solo faltan aquellos que devoró la aurora
y otros que aún permanecen colgados de sus flecos.
Yo soy el hombre que rasgó las velas
y se hizo un vestido para amarte
En el verso anterior late el prodigio
Tú y yo estamos escritos en el verso siguiente
...
Cada día nos vamos de quien fuimos ayer.
...
El tiempo es un lugar que no transcurre,
el lugar es un tiempo sin localización.
Nuestro destino habita en esa confluencia:
ni podemos dejar de ser lo que no fuimos,
ni comenzar a ser lo que nunca seremos.
...
Esta ciudad es agua.
Los edificios llueven en plazas sumergidas
y sus calles diluvian
El sol es una gota.
De las ventanas manan hombres líquidos,
fluyen después
y desemboca cada uno en su océano.
Esta ciudad es agua
¿quién sabrá si alguien llora?
...
Tú viniste vacía como una copa nueva.
Desnuda tú llegabas. Yo te vestí de vino,
porque quise catar sobre ti la cosecha
de mi tierra baldía. En cada poro tuyo,
en cada recoveco, la cantidad exacta vertí sin derramar una gota.
A la vista fuiste entonces cereza irisada de sangre,
un tornasol de púrpuras con ribete grosella,
orgía de granates.
En nariz, confitura,
regaliz,
alcanfores me trajeron memoria de maderas de infancia.
Mi lengua buscó luego el ataque primero,
intenso, estructurado,
un largo retrogusto con notas minerales,
directamente amargo para el final de boca.
Te bebía al principio con libación minúscula,
pero fui después sorbo que te paladeaba,
y al fin
trago sin tasa ni piedad ni vergüenza,
ávida bocanada de borracho de esquina.
No temo hacerme adicto al vino de tu cuerpo
ni agotar embriagado tu secreta bodega,
porque siempre he sabido que es abstemio el demonio
y que nosotros somos la resaca de un dios.
Una ventana es solo la tregua de un muro.
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