11 ago 2016

Lunes. - Q. Mauriz -


A veces
soy un lunes.
Menguo
perdida en mi entropía.
Me paso la vida pagando deudas
que no recuerdo cuando
ni con quien contraje.
Respondo a lealtades invisibles,
ancestrales,
con huidas épicas
y atrincheramientos mentales.
Soy un lunes,
a ratos,
con un complejo de inferioridad
de dimensiones bíblicas.
Por eso escribo a brochazos por las paredes
de mi diminuto cuarto.
Escribo compulsivamente y
sin sentido
de cualquier manera a modo
de escapismo ritual.
Pensarás que mi ego está
muy por encima de mis posibilidades
intelectuales
pero tengo una tablet
y todo el conocimiento del mundo
en la punta de los dedos. ¡Ah!
[y un montón de likes.
Soy un lunes,
a menudo,
de esos difusos, con regusto
amargo a domingo,
tan disfuncional
como una familia sin televisor.
Por ejemplo,
tecleo siete horas al día cosas
que no me importan
sobre gente que no conozco,
que no veré nunca,
que me odiará siempre
porque no le regalé a su hijo
el puto IPhone 6.
Tecleando siete horas
quizás podría pagarme un alquiler,
podría darme el lujo
de otro cañón en el Rastrel
y aún así me quejo
y es para darme una
o dos manadas de ostias
porque hay gente que no puede comer.
Aún así
es miércoles.
Yo soy lunes otra vez.
Como el resto del mundo,
me odio.
Añoro cuando solía ser un viernes,
[incluso un sábado resacoso,
añoro saberme pérdida e
improductiva,
echada a perder
pero querida
en mi decrepitud ociosa.
Soy hoy
tan lunes:
mi vida me da pereza
las vuestras me dan envidia
la ginebra y los mapas,
nostalgia.
Como lunes, lo habrás notado,
tengo un don:
la autocompasión.
Por favor,
si alguien,
si mi exnovia,
o cualquier otrx,
me está escuchando,
por favor,
hazme viernes,
hazme día de fiesta,
hazme
lo que quieras.

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