ver más allá de mis ojos y mis silencios
-cuánta hambre para tan poca inteligencia-.
ver,
por ejemplo,
como me crece la vida sin detenerme a preguntar si he de perseguirme o abandonarme,
una noche más,
por el acantilado de mis horas vencidas.
escribir asediado por tus fauces
abandonado, desbordado y sin defensa,
mostrando flaquezas como una carroña de poca importancia.
la carne se me oxida y me gimen los abismos como montoncitos de arena de poca importancia
hoy la tristeza ya no exige justificación
y la alegría, manchada y consumida es cachorro metido en un saco con final de precipicio y gestación.