"un libro es una botella al mar,
yo quiero que los míos vayan a las manos rotas de los náufragos"
-Samuel Feijoo-
te adelanto que esta noche voy a coserme a puñaladas el suicidio
y acostarme entre borrachos y poemas hasta que me reviente la barriga.
el alcohol calienta igual que la luz de una vela
pero el orgullo le llega a la gente entre oleadas
y se prefiere las luces de neón
y decir que en sus casas no se bebe de botella
somos de papel y al doblarnos
nos escribimos a nosotros mismos,
buscando un árbol que no existe
y sin árbol esta soga nos es totalmente inservible
no es culpa de la capa de ozono,
-sólo tú y yo lo sabemos-
en realidad los polos de la tierra
son dos ojos congelados que se derriten y lloran.
navegamos por el deshielo almacenando las cenizas de otras guerras,
con el cuerpo desplomado y moribundos por el frío,
la próxima noche seguiremos con vida,
las entrañas calientan
y de algo ha de servir tanto estallido a bocajarro
como sollozo interrumpido cada cual arrastra su naufragio
nosotros sencillamente estamos hundidos:
debemos bucear
como el que se sumerge en las horas de un sueño vencido
penetrar en el océano igual que tiburones cavernarios,
y devorarnos agresivos,
olvidando el dolor,
y la angustia,
y esta escala de opacos y negros que tanto nos tizna
azul para:
aplastar todo lo que se oponga entre nosotros
robarte la tristeza:
el dolor frente a la carne siempre viaja en segunda
he penetrado en tu cuerpo en busca de refugio:
deliciosa noche en hostal de primera.