quiero
sorber de tus pezones frutales todas las inseguridades orgánicas,
deglutir
los malos recuerdos que como
raspas de pescado
arañan la
paz en tus entrañas,
beberme a golpe de traquea y arcada las miserias,
todas las ruinas de esos hombres
todas las ruinas de esos hombres
para que te
luzcan sanos y fuertes,
adecuados,
y que
puedas
-por la geometría de sus cuerpos-
volver a
edificar tu sonrisa enamorada.
seré descuajado,
moribundo pero
calmo,
lameré
los osarios del mundo cuando
cierres los párpados,
seré la sombra y la derrota,
seré tu bálsamo.
me tragaré
a degüello
el suicidio de mi cuerpo,
a degüello
el suicidio de mi cuerpo,
la esperanza
de llegar a viejo
y tu
ausencia:
el coma
etílico de este poema.