¿recuerdas cuando éramos pequeños,
y en el mellar del verano
libre y pleno,
libre y pleno,
fluíamos como arterias al viento pel carrer del pecat?.
crecimos,
y también crecieron los besos,
como barcos pequeños que nacen en los astilleros.
descubrimos que los sujetadores eran tazones de té
donde brotan pezones y leche,
crecimos,
y también crecieron los besos,
como barcos pequeños que nacen en los astilleros.
descubrimos que los sujetadores eran tazones de té
donde brotan pezones y leche,
que olíamos a madera noble,
que el cartílago no es hueso.
y por el rincón bipolar de nuestros sueños cometas
que el cartílago no es hueso.
y por el rincón bipolar de nuestros sueños cometas
afloraron gemidos y dientes
como el dolor de cabeza de Júpiter por el parir de Minerva.
como el dolor de cabeza de Júpiter por el parir de Minerva.
hoy,
mi querida Celia,
las campanas del sordo producen seria ceguera,
roban segundos y vidas a cambio de ramas secas.
el silencio,
el miedo, mi querida Celia,
las campanas del sordo producen seria ceguera,
roban segundos y vidas a cambio de ramas secas.
el silencio,
han vuelto,
enmudeciendo las calles,
secando el hálito ardiendo.
son tiempos de úlcera,
de cenit en mirada con decúbito supino de cuerpo y alma,
de craneocaudal establecido
y latir neutro.
todo es un sin.
extrae
- la úlcera-
pedazos de mí dermis quemada por el tiempo,
pasar de recuerdos sin yodo ni apósitos
que oxigenen la opresión de este vacío.
podredumbre carnal,
olor fétido y amoral,
correoso e insoportable despertar de la piel.
todo es dolor,
el dolor de verdad
duele incluso en lo yermo:
que no tema la noche hincar diente en mi carnaza.