14 sept 2023

La importancia de discutirlo todo. -Óscar Wilde -

 ...Porque la finalidad del arte es la emoción por la emoción, mientras que la finalidad de la vida es la emoción por la acción, como también lo es de esa organización práctica de la vida que llamamos sociedad. La sociedad, que es el principio y la base de la moral, existe sólo para concentrar la energía humana, y con el fin de garantizar su propia continuidad en condiciones estables y sanas, exige de cada uno de sus ciudadanos, y bien está que así sea, la contribución al bien común mediante alguna forma de labor productiva: exige esfuerzo y trabajo para que pueda llevarse a cabo la tarea diaria. La sociedad con frecuencia perdona al criminal, pero jamás perdona al soñador. Las bellas y estériles emociones que el arte excita en nosotros son aborrecibles a ojos de la sociedad, y a tal grado están las personas dominadas por la tiranía de este terrible ideal social, que sin ningún pudor se nos acercan en espacios privados y públicos y nos interrogan con voz estentórea: «¿A qué se dedica usted?», cuando «¿Qué piensa usted?» es la única pregunta civilizada que a un ser humano debería estarle permitido formular a otro en voz baja. Obran con buena intención, qué duda cabe, estas gentes satisfechas. Quizá por eso resulten tan tediosas. Pero alguien debería enseñarles que, mientras que en opinión de la sociedad la contemplación es el pecado más grave del que puede acusarse a un ciudadano, en opinión de la más alta cultura la contemplación es la ocupación propia del ser humano.

ERNEST: ¿La contemplación?

GILBERT: La contemplación. Hace un rato te dije que era mucho más difícil hablar de algo que hacerlo. Deja que te diga ahora que no hacer nada es la cosa más difícil del mundo, la más difícil y la más intelectual. Para Platón, apasionado de la sabiduría, no existía forma de energía más noble. Para Aristóteles, apasionado del conocimiento, tampoco existía forma de energía más noble. Y fue la contemplación lo que santos y místicos de los tiempos medievales cultivaron en su pasión por alcanzar la santidad.

ERNEST: Entonces, ¿existimos para no hacer nada?

GILBERT: Para no hacer nada existen los elegidos. La acción es limitada y relativa. Ilimitada y absoluta es la visión del que se sienta tranquilamente y observa, del que camina en soledad y sueña. Pero quienes hemos nacido en las postrimerías de esta época fascinante somos a un tiempo demasiado cultos y demasiado críticos, demasiado sutiles en lo intelectual y demasiado curiosos de placeres exquisitos, para aceptar ninguna especulación acerca de la vida a cambio de la vida misma.



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