6 may 2023

la cápsula del tiempo

"jugaste heroicas,necesarias partidas con la muerte,"
-Adrienne Rich-

no has llegado,
es que siempre has estado
ovillada en el árbol del fruto perenne.
se trataba de seguir la raíz.




- hijos de un mismo plancton-

(d)escríbemelo...

palpar la fractura como un objeto familiar reconocible,
la que ofende,
la que saquea y profana,
hasta el vacío de la casquería,
y tu fuego delincuente
es un silencio que traduce al mundo,
un bufido de deformaciones cretáceas
para los hijos de un mismo plancton.

me derramo
entre la deriva de las caricias lentas
y la matriz del arañazo,
la arquitectura del desastre
y la demolición del poema,
los lapiceros en crisis
y las hipótesis de la marihuana.

trato de conservar la belleza,
envasar el vacío para preservar al fuego,
una búsqueda de pimienta negra
entre tanto salitre blanco.





- ceniza viva -


espero el desplome de la caricia
que deforma el rostro hasta embellecerte.
sacudir la riqueza de la entrega
con anarquías de agitadores,
perder el compás
con pies calientes de poesía,
y arder la noche
con ese manuscrito de pétalo arrugado
que despilfarra el rocío.




- vestida de ventisca negra -


desde el eco profundo de esa humanidad que retumba a carne muerta,
sacudes el templo de los sucesos
con petroglifos de náufrago
y antorchas de peyote denso.

se trataba de ensanchar la tristeza,
seguir creciendo hasta agotar reservas,
pulir osamenta,
negarle la caricia al perro
con esa quietud de ubre seca
y falsa sonrisa de madrastra terca.

en este ritual de santería y manicomio
con el sacrificio de La Malinche
colgando de un ojo
y el indigenismo del otro
apareces,
a lo Joan Colom,
vestida de ventisca negra,
bailándole al Raval por igual,
prendiendo la espuma de las babas
abiertas con el ansia irrefrenable
de la noche en la fayenza.

dispongo de un cuerpo que enferma de encanto,
macilento,
palidece entre polifonías de distancia
y deshielos que no aplacan.

estoy tratando de salvar al niño
que respira palabras,
al preso de una muerte súbita
con el santo y seña de la matanza.





- metamorfosis de un deshielo -

llegas con mudanzas de sol recién inauguradas,
la metamorfosis de este último deshielo
es un hazaña de savia obstinada en tu cuerpo.
y me da la sal el oleaje de tus huellas,
tu pausa animal desquiciando la arena
con esa estirpe de hembra carnal y agitadora.

me están cavando vientos y no quiero este vuelo
-dices -
y solo pienso en traerte un bosque a toda vela,
rescatar a Nike y su felicidad sumergida,
celebrar el aullido,
azotar el sepulcro de la historia que ya contiene
más estatuas de leones, que leones vivos.

tú sabes lo que me has traído,
tú sabes de este sucediendo para el sucedido,
esta despensa de vaho en la yacija del mendigo,
la trashumancia salvaje de la astilla,
la ofrenda del desgarro,
el deseo concedido,
esta libertad de los sin rumbo
que seducen la panza de una abeja
hasta hacerse miel
sobre un polen sin mesura.



- deriva de las grandes ramas -

es la fermentación de la raíz la que atesora recuerdos:

considera una caricia con trazas de hidromiel 
y muchedumbre de miserias,
la sexta edición del hebreo errante,
una honda de volcanes fustigando ceniza
con el fuego ronco de los extintos.

considera también la consternación del lagrimal
compartiendo lluvias de estropicio excelente,
murria en las arterias,
flama de resaca abierta.

ves esas ramas?
ellas nunca han escuchado el abatimiento de una sexualidad telefónica,
su función no es otra que ser red
en un océano de azules.

mientras las pequeñas paladean la luz del este,
las grandes se hambrunan de cobre
para no obstruir al árbol,
se quieren de mugre,
de tuercesavia y herrumbre.

no me avergüenzo de mis costillas,
son la cosecha de una sequía
que intuye demasiado,
ni del catálogo de espectros y lunas
que custodian la deriva de mis grandes ramas.



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