28 abr 2020

qué bien te sienta la dejadez poblando tu cara

es la refriega de la sangre inflamada, no otra, la que lleva a saquearme las tinieblas
abierto de sienes y recuerdos oblicuos.

abajo,
más abajo, 
mucho más abajo,
las últimas bestias del día paren con precisa tristeza esas cartas marinas que nos alejaron,
navíos con bodegas llenas de bozales sin lengua, tirremes de corazones varados y mujeres desnudas, marineros con la entrepierna abultada y la llamada
del vértigo colgando entre los pliegues de mi carne roja.

gitano me llamas y es esta carne, morena, estos cerdos hozando sobre la natura, los que alimentan el desollado escroto de mis mendigos, los que esculpen el escalofrío de los respetos,porque yo no necesito respeto, porque encuentro más poesía en la barra de bar que en cualquier vaso vacío de un respetado poeta.

así que vístete, mi amor, vístete de dientes y rabia negra, oscurece las siluetas blancas que giran sobre el tío vivo de la historia, se el tehuaca que danza sobre todos mis desgarros y socaires, las calles de los portales oscuros,la chapulina anclada en el dolor que nos separa. se mi mezcaloteca en Oaxaca, la dislexia de Roma, todos los zócalos del Cairo,un pueblo pabdomieco, mi añorada Chiapas, se el fango de estas botas dispersas que se tornan maravillosa novela negra de arteria errante y báilame el amor por cada grito proferido de sangre y poesía.

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