9 ene 2020

la herejía de los tímpanos


llora el tacto libertino sobre mejillas de rabia
mientras se arrastra la ausencia
albergando instintos de crueldad compacta.
catabolismo del pretérito,
encarnizado fuegovientre
generoso de ahorcados y cabareteras de playa
llorarte así
-entre murallas de paja-
es forrase de custodias y danzas,
de lenguas que reivindican palabras,
océanos de viruela negra,
relinche y vaho,
para el vino de nuestros cuerpos
mi indecorosa,
mi fulana,
mi amada,
mi cumbre y mi relámpago
te echo de menos como refuego de naturaleza extraña.
y en estas tardes donde muere Quirón
te recuerdo derramada de gemidos y lactancias
naufragio y coraza para nuestra sangría de bodega ancha
pero no olvidemos la pornotristeza
ni las noches ahumadas de nicotina y hambre,
cafeteras anchas por toda la casa,
y el laudatorio de los sexos
dentelleante y cavernoso por zurrir la herejía de los tímpanos
habrá que sostener la poesía
no queda otra,
como juego de niños de intendencias y sombras
noches para mancillarnos y hablar apretados sin mediar palabra
ataviados de vida y carne de establo

mi rouge,
mi hembra,
mi gitana,
mi peyote clandestino de recreo y danza,
bipolarismo de espuma, carroza y barcaza,
pronunciarte es temblor y destreza
miel de oriente para nuestra guadaña
afilada estridencia de versos y cañas

y ahora que sostenemos esta hoguera hospitalaria
ahora que el cinturón olivaceo de tu ojos
retorma de nuevo Girona i Barcino
es el hambre de nuestra frecuencia un bramido en desorden
canta el alacrán disemenado
danzas gitanas para los espantos
y sobre el huésped de un caballo grotesco se quiebran alientos sin descanso
es el infortunio diario de no tenernos,
de no palparnos,
cal viva para nuestra letanía,
un sin lugar preservado de tactos
donde seguirte  escribiendo