30 ago 2016

porque la muerte también corre en busca de su corazón.

en la herida más común, 
en el temblor de una lágrima bisoña,
en el rorró de los dientes torcidos,
en el roce del tacto cuando el tacto no es roce, sino mordida
en el silencio de los fusilados,
en el grito que escupe la mar cada vez que el pasado te revienta de mareas,
en la esquina de los destruidos,
y en esa horrible forma de sucumbir a la tristeza
cuando en el pueblo suena la marimorena.


allí,
justo allí,
también hay una librería formidable.

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