he pensado en la multitud de anécdotas que les suceden,
algunas de ellas a diario,
a los poetas de mi generación.
me fascina leerlos porque sus días
son una especie de orgía pasolínica
escrita sobre el filo de la espada de Damocles.
los leo,
cosi fan tutti,
desde el lodo oscuro que me arrastra hacia sus fondos.
a veces
alguno llega
y se clava como ejercito de cosacos ebrios de bayoneta y metralla.
otros nada.
cuando sus ojos vienen a visitarme
no es nuevo
ni mucho
lo que puedo mostrarles
la mayoría de mis días son neutros,
piernas cruzas de marihuana vino y noche,
ausencias en la ciudad espantada,
aliento a soledad amontonada en el pasillo.
tal vez pueda contaros
que el dios de la distancia me defendió del hombre que amaba,
que no escatimé recursos al matarlo,
y que el hombre que aquí traigo
no merece la muerte del poema.
De lo mejor que he leido en mucho tiempo.
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