30 ago 2016

a mis átomos

renunciar a algo no es mala idea:
yo renuncié a mí mismo por insignificante
no sin antes pedir perdón a todos mis átomos 
por haberles ocasionado este trozo de carne
que aroma a humano absoluto
y que percibe la vida de las cosas
sin comprender las cosas de la vida.
otro ser humano del planeta,
otra forma sublime de descontrolarse,
otro arrancado.
disculpad la tristeza,
se os pasará cuando me muera,
entonces podréis embarcaros en la sentenciosidad orgullosa de los dogmatismos,
o tal vez en el conocimiento esotérico de los arcanos,
o en el testículo derecho de cualquier dios bisoño
y convertiros en células extravagantes
de gustos saludables,
y gozar de un mundo ilimitado por descubrir,
y así olvidar que un día fuisteis dueños de todas mis imperfecciones
y quizá,
sólo quizá,
os de por tomar precauciones,
y olvidaros de la angustia admirable,
y decidáis ser comprendidos a olvidados,
prisión y no comuna,
encantadoramente rebaño antes que débil.
mirad,
hijos de perra,
la mente está ahí fuera,
sed lo que queráis,
pero nunca os toméis la vida demasiado en serio.

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