ilustración: le chatnoir
una mujer
que con sus vocablos sanee las cicatrices del paladar y
penetre empapada y grácil,
por el corazón de mis días mustios
dando a luz hornos de piedra donde cocer la esperanza,
y atacar la cólera
con ejércitos de polen sobre el cuerpo de la abeja,
y vencernos
y hacernos miel.
que muestre sin pudor el ocaso purpura de su garganta,
túnel del tiempo,
tren de mercancías, saliva, vino semen,
y alimento
.
una mujer,
que cuando me planche la camisa de la mediocridad me diga
-que guapo estás, cabrón-,
aún ha sabiendas que las fatigas me vienen grandes.
que merme el extraño ir y venir de los que dicen te amo
deteniendo el tránsito en un gemido
haciendo de la noche banquete y de Platón orgía.
que entre vigilia y sueño,
y a merced del delirio,
me muerda el mundo,
derramando te quieros sobre mis pestes,
ah de la vida¡
que nadie nos moleste.
que cuando enferme de enfermo me colme de drogas y besos
de sopitas de llantos
de pucheros de viejo.
una mujer
que cuando yo muerto
se olvide pronto de mí;
al momento.