el amor nos convierte en un espectáculo circense.
valerosos pretendemos toda clase de suerte conocida:
triple mortal, jaulas, cuchillos y fieras,
equilibristas de cuerda floja al compás del azar.
en un afán de obtener el espectáculo supremo
nuestros órganos vitales estallan por completo.
no es suficiente,
-decimos-
eso puede hacerlo cualquiera.