13 oct 2016

en el grito de la presa


el placer y el dolor
ofreciéndose como perra inculta
que muerde la lengua con voraz desenfreno.
un edema sonámbulo,
un hotel ardiendo
con los cimientos adentrándose en lo inestable.

noche de ritual y carne,
noche de estropearse,
de arrancarse el grito de la presa hasta romper el aullido,
de selva indómita y desgarro,
de escisión y fragmento,
cuando el recuerdo
es un cadáver animado a la espera de su sombra.

edificar lluvia bajo el desmoronamiento,
fragmentar la primavera para acallar la ternura del paisaje,
la boca llena de angustia,
el dominio de la sangre.

atravesar la agonía de la aterrorizada garganta,
lanzar los dados y jugar,
-como un descalabro de la historia-
 y que ruede la pena sin remedio.

perder,
y sin embargo,
no conseguir vislumbrarse perdido.