29 may 2012

la solución final


"el arte es una buena forma de declarar tu amor a los demás
sin que se molesten."
Ernest Ludwig Kirchner

cuando hablo contigo siempre me llegas libre y esperanzadora
como la sonrisa de un niño frente a un remolino de copos de nieve,
alza más fuerza tu presencia que el más temerario de los ejércitos,
y me escuchas tan segura y trémula
que me resulta totalmente imposible escribirlo
y a la vez comprenderlo

hay una vela que se consume mientras escribo,
he construido una presa con unos lapiceros roídos
-como improvisado castor-
para que la cera coagulada congestione mi corazón insano
y no se desparrame por toda la mesa

también tengo medio cigarrillo de marihuana,
un asesino demente y excitado escondido tras las cortinas del mes de mayo,
y un dolor nauseabundo que es todo menos tedio.

BANG¡¡¡

fumo sin pensar y no puedo dejar de pensarte
podría mentirte en este momento,
pero este bálsamo de tristeza,
-que ya es razón de existir-,
me impide continuar escribiendo

de todas formas
morir aniquilado entre tus brazos
fue admitir la inferioridad numérica del amor
frente al rescate de tu vida

me he acostumbrado a los fatídicos vagones de la soledad y el silencio,
al estallido del recuerdo,
la elegancia de la noche y el perfume de la angustia,
a las lágrimas patrimonio del destino
a saludar cada una de las horas del reloj de los vencidos

no pretendo ser comprendido,
ni tan siquiera aspiro a tener éxito después de la muerte,
esto tan sólo es la solución final de un hombre
que habla contigo sin tenerte.




15 may 2012

el arlequín del cementerio


destila la madrugada una sensación de mujer serena.

el tiempo se detiene hermoso, 
entreabierto como herida narcotizada por el opio denso.
la calle por la que transito,
-despiadada y hueca -,
se despliega por mis ojos desde el balcón de mis zapatos 
hasta el principio de la pena.

si abonas soledad afloras llanto 
y como triste arlequín de cementerio,
como glotonería de hombre frente a unos senos turgentes, 
el llanto se abre para comerte por dentro

y sol 
y el humo de los coches,
y las prisas de los transeúntes de siempre,
la mujer con acento siberiano,
un hombre con bozal en la lengua,
el excelente olfato de los puercos,
y otro día más 
sin ella,
otra día de ausencias,
y justo en este momento la encuentro tan bella
que incluso por un instante 
se me aparece perpetua
como si siempre hubiera existido
como si nunca 
y en nada 
permaneciera.